San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla,
sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del Demonio.
¡Reprímale Dios! como rendidamente te lo suplicamos,
y Tú, Príncipe de la milicia celestial, armado del poder divino,
precipita en el Infierno a Satanás y a los demás espíritus malignos
que para la perdición de las almas vagan por el mundo.
¡Amén!
sábado, 19 de julio de 2008
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