domingo, 20 de julio de 2008

Por sanación física


Señor Jesús, creo que estás vivo y resucitado.

Creo que estás realmente presente

en el Santísimo Sacramento del altar

y en cada uno de los que en ti creemos.

Te alabo y te adoro.

Te doy gracias, Señor, por venir hasta mí,

como pan vivo bajado del cielo.

Tú eres la plenitud de la vida.

Tú eres la resurrección y la vida.

Tú eres, Señor, la salud de los enfermos.

Hoy quiero presentarte

todas mis enfermedades

porque tú eres el mismo ayer,

hoy y siempre

y tú mismo me alcanzas

hasta donde estoy.

Tú eres el eterno presente

y tú me conoces...

Ahora, Señor,

te pido que tengas compasión de mí.

Visítame a través de tu Evangelio

para que todos reconozcan

que tú estás vivo en tu Iglesia hoy;

y que se renueve mi fe

y mi confianza en ti.

Te lo suplico, Jesús.

Ten compasión de mis sufrimientos físicos,

de mis heridas emocionales

y de cualquier enfermedad de mi alma.

Ten compasión de mí, Señor.

Bendíceme

y haz que vuelva a encontrar la salud.

Que mi fe crezca

y me abra a las maravillas de tu amor,

para que también sea testigo

de tu poder y de tu compasión.

Te lo pido, Jesús,

por el poder de tus santas llagas,

por tu santa cruz y tu preciosa sangre.

Sáname, Señor.

Sana mi cuerpo,

sana mi corazón,

sana mi alma.

Dame vida y vida en abundancia.

Te lo pido por intercesión

de María Santísima, tu madre,

la Virgen de los Dolores,

la que estaba presente, de pie,

cerca de la cruz.

La que fue la primera en contemplar

tus santas llagas y que nos diste por madre.

Tú nos has revelado

que ya has tomado sobre ti,

todas nuestras dolencias

y por tus santas llagas hemos sido curados.

Hoy, Señor,

te presento en fe todas mis enfermedades

y te pido que me sanes completamente.

Te pido por la gloria del Padre del cielo,

que también sanes a los enfermos

de mi familia y a mis amigos.

Haz que crezcan en la fe,

en la esperanza,

y que reciban la salud

para gloria de tu Nombre.

Para que tu Reino

siga extendiéndose más y más

en los corazones,

a través de los signos

y prodigios de tu amor.

Todo esto te lo pido, Jesús,

porque tú eres Jesús.

Tú eres el buen pastor

y todos somos ovejas de tu rebaño.

Estoy tan seguro de tu amor

que aún antes de conocer

el resultado de mi oración,

En fe, te digo:

Gracias Jesús,

por lo que tú vas a hacer en mí

y en cada uno de ellos.

Gracias por las enfermedades

que tú estás sanando ahora,

gracias por los que tú

estás visitando con tu misericordia.

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